martes, 9 de agosto de 2011

DESARROLLO DEL PROBLEMA. ANTECEDENTES DEL PROBLEMA. EVALUACIÓN DE LA HISTORIA DEL PROBLEMA.


DESARROLLO DEL PROBLEMA

Hoy por hoy se habla de la necesidad de aprender a aprender. Nuestros tiempos exigen de un hombre reflexivo, analítico, autónomo, crítico, capaz de apropiarse no solo de conocimientos específicos, sino también, de verdaderas estrategias para aprender eficazmente, que le permitan asimilar y gestionar sus propios aprendizajes a lo largo de toda la vida.

Uno de los mayores retos que tiene el profesor en la actualidad, consiste en asumir la atención a la diversidad del alumnado. Sin embargo, aún cuando la atención a las diferencias individuales es uno de los principios pedagógicos más importantes, delimitado en el cuerpo teórico de la ciencia desde su surgimiento, lamentablemente su concreción en la práctica educativa, en todos los niveles y tipos de enseñanza, es aún insuficiente. Pienso que una ilustración evidente de esto radica en que los docentes somos inconsecuentes, en nuestro accionar cotidiano, con la necesidad de tomar en consideración los estilos cognitivos de nuestros estudiantes y particularmente sus estilos de aprendizaje, para hacer nuestra labor más productiva.

En los últimos tiempos ha proliferado el interés por elevar la calidad del aprendizaje de los alumnos, por dirigir de manera más eficaz el proceso del aprendizaje escolar. Una dirección del aprendizaje efectiva supone, entre otros elementos, tomar en consideración los estilos de aprendizaje de los educandos y por supuesto, los del maestro.

Para todos nosotros queda claro que la misión de la escuela contemporánea no radica en exigir al alumno que se adecue a las demandas de una enseñanza homogénea y preconcebida por los encargados de su conducción. Todo lo contrario, de lo que se trata, es de lograr que sean la escuela y el sistema escolar quienes se adapten a las particularidades de los alumnos, para satisfacer a plenitud sus distintas necesidades en términos educativos y proporcionar a cada cual el tipo de ayuda específica que demande.

Esta idea anterior supone compatibilizar o armonizar estilos comunicativos del docente y el discente, estrategias de enseñanza y de aprendizaje y estilos para enseñar y para aprender.

Los estilos de aprendizaje afectan nuestra manera de pensar, cómo nos comportamos y acercamos al aprendizaje y la manera en la que procesamos la información. Reconocer la propia forma de aprendizaje y preferencias es el primer paso que los docentes necesitan tomar para ser más efectivos en su trabajo con diversidad de estudiantes.

Los maestros necesitan darse cuenta cómo su propio estilo de aprendizaje afecta su modalidad de enseñanza. Esto abrirá los ojos a la necesidad de aprender nuevas estrategias y técnicas que compensen el propio estilo para poder llegar a todos los estudiantes.

Esta visión del alumno, docente y del aprendizaje, abre la puerta para la incorporación y aceptación de todos y de cada uno de los alumnos, haciendo posible la integración de alumnos con problemas específicos de aprendizaje.
Un aspecto importante dentro del proceso de enseñanza consistiría de esta forma, en valorar las formas preferidas de los estudiantes aprender, para poder asegurar así la variedad de métodos, procedimientos de enseñanza y aprendizaje, medios, formas de organizar el espacio, y de evaluar, que propicien el interés, la participación e implicación personal de los estudiantes en las tareas de aprendizaje, y el desarrollo de sus potencialidades.

















ANTECEDENTES DEL PROBLEMA

Para muchos países en el mundo, el fin del siglo XX y el comienzo del nuevo milenio ha trascendido como un período de grandes y significativas transformaciones en el ámbito educacional, como resultado del continuo proceso de perfeccionamiento que en los últimos tiempos ha vivido la escuela contemporánea. Conscientes cada día más del papel de ésta como institución social encargada de conducir a la formación y desarrollo integral de las futuras generaciones, los pedagogos de principios del siglo XXI se muestran sensibilizados como nunca antes, con la idea de considerar al alumno como sujeto activo del proceso de enseñanza- aprendizaje, conociendo de antemano que cualquier intento por perfeccionar la enseñanza en aras de lograr mayor efectividad en la misma, tiene que transitar irremediablemente por una mejor, más clara y exhaustiva comprensión del aprendizaje, y de lo que va a ser aprendido.

En general, en el campo de la educación cada día sumamos más los profesores que comprendemos que las influencias educativas no operan linealmente ni de manera igual para todos los sujetos y que por tanto no pueden ser estandarizadas (Fernández L., 1993). No por casualidad, la personalización de la educación se perfila ya como uno de los principales objetivos y retos de los sistemas educativos contemporáneos.

Desafortunadamente, y a pesar de muchos hoy comprender que la educación ha de considerar entre sus principios la atención a la diversidad, en la práctica, las enseñanzas siguen siendo eminentemente estandarizadas y a los profesores nos sigue resultando difícil poder despojarnos de esa pedagogía igualitarista que siempre nos ha caracterizado.

Todo ello ha derivado en que las principales preocupaciones del profesorado en su actividad docente, no se refieran al desconocimiento de las técnicas de programación, ni a la secuencia de objetivos y contenidos a lo largo del curso, tampoco a la elaboración de actividades de aprendizaje o al dominio de los contenidos que ha de impartir, ni por supuesto a la forma de evaluarlos. Todo esto ya lo domina o lo adquiere progresivamente con la propia práctica.

Muchos de los problemas se centran en el alumno: cómo conseguir motivar a los alumnos desmotivados, cómo mantener una atención continuada, como conseguir que el alumno integre los objetivos culturales, cómo utilizar metodologías o estrategias didácticas que hagan la clase más atractiva, o cómo atender a la diversidad de los alumnos. En definitiva, el profesorado demanda propuestas concretas a sus problemas, y estas tienen que ver con el cómo actuar ante situaciones cada vez más frecuentes de desmotivación generalizada del alumno hacia los aprendizajes académicos. Estamos pues, ante un problema de carácter didáctico y metodológico.






EVALUACION DE LA HISTORIA DEL PROBLEMA

En realidad y a pesar de todo el progreso conceptual constatado en la pedagogía a favor de la consideración del alumno, a los profesores nos sigue siendo difícil poder articular respuestas diversificadas susceptibles de atender las distintas necesidades de los educandos, al no disponer muchas veces en nuestro haber de un marco teórico referencial que nos brinde instrumentos de análisis y reflexión sobre la práctica educativa, que nos permitan en definitiva comprender cómo aprenden nuestros alumnos (Coll C., 1994).

Con relación a la problemática del aprendizaje y en particular a la forma de cada individuo aprender, los psicólogos de la educación coinciden en apuntar que las personas poseemos diferentes estilos de aprendizaje, y estos son en definitiva, los responsables de las diversas formas de los estudiantes comportarse ante el aprendizaje (Enciclopedia de Psicología, 1998).

A la importancia de considerar los estilos de aprendizaje como punto de partida en el diseño, ejecución y control del proceso de enseñanza- aprendizaje se han referido numerosos autores en el marco de la propia psicología educativa y la didáctica en general. "La investigación sobre los estilos cognitivos -refiere por ejemplo, Pozo J. I. (1996)  - ha tenido grandes implicaciones para la metodología al brindar evidencias que sugieren que el acomodar los métodos de enseñanza a los estilos preferidos de los estudiantes, puede traer consigo una mayor satisfacción de estos y también una mejora en los resultados académicos".

Por su parte Rojas G. & Quesada R. (1992) apunta que "los estilos y estrategias de aprendizaje sobresalen entre las variables más importantes que influyen en la actuación de los estudiantes, por lo que se hace necesario continuar la investigación en este sentido para determinar el papel exacto de los estilos y estrategias, pero incluso en este nivel de comprensión podemos afirmar que los profesores necesitan concientizarse más, tanto con los estilos como las estrategias. Los profesores pueden ayudar a sus estudiantes concibiendo una instrucción que responda a las necesidades de la persona con diferentes preferencias estilísticas y enseñándoles a la vez como mejorar sus estrategias de aprendizaje".

De la amplia gama de interrogantes que rodea al estudio de los estilos de aprendizaje como campo de investigación, en el presente trabajo de investigación pretendemos tener una primera aproximación conceptual a la definición del término en si, abordando además diferentes enfoques que sustentan algunas de las más reconocidas clasificaciones y taxonomías que se conocen sobre los estilos de aprendizaje hasta detallar en una conceptualización de los estilos de aprendizaje que tome en cuenta no solo la perspectiva cognitivista del aprendizaje sino también la histórico- cultural, que finalmente posibilite diseñar una concepción didáctica renovadora. En primer lugar, pretendemos responder las siguientes interrogantes:

  • ¿Qué son los estilos de aprendizaje?
  • ¿Sobre la base de qué criterios pueden ser clasificados los estilos de aprendizaje?
  • ¿Cómo concebir didácticamente una enseñanza que tome en cuenta los estilos de aprendizaje?
A partir de los antecedentes en las investigaciones sobre estilos de aprendizaje, así como de las tendencias más actuales de sus modelos explicativos, se enfatiza en la necesidad de enfocar estos estudios hacia una teoría psicopedagógica que explique la génesis de las diferencias individuales para aprender y donde se integren las mejores experiencias obtenidas en este campo de investigación; de tal manera que se convierta en un recurso de ayuda para el establecimiento de estrategias personalizadas de aprendizaje, tanto para los docentes como para los estudiantes.

La Teoría de los Estilos de Aprendizaje ha venido a confirmar esta diversidad entre los individuos y a proponer un camino para mejorar el aprendizaje por medio de la reflexión personal y de las peculiaridades diferenciales en el modo de aprender.

Los Profesores encuentran aquí un área de notable interés e importancia para desarrollar correctamente su función. Hoy podemos afirmar que no se puede orientar en temas de aprendizaje con plenas garantías si no se tiene en cuenta explícita o implícitamente la teoría de los Estilos de Aprendizaje.








BIBLIOGRAFÍA


·         Coll C. et. al. (1994) El análisis de la práctica educativa: Reflexiones y propuestas en torno a una aproximación multidisciplinar, Revista Tecnología y Comunicación Educativas, Año 9, No. 24, julio-septiembre, p. 3-30.

·         Enciclopedia de Psicología (1998) Editorial Océano.

·         Fernández, L. (1993) Educación y personalidad ¿posible estandarización?, Educación y Ciencia, Vol. 2, No. 7, enero-junio, p. 47-50.

·         Pozo J. I. (1996) Maestros y aprendices, Alianza Editorial.

·         Rojas G. & Quesada R. (1992) El aprendiz: polo olvidado en el proceso de enseñanza-aprendizaje, en Revista Perfiles Educativos, enero-junio, No. 55-56.





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